—Pedir no es tan fácil como dicen y eso se debe a que obtienes lo que pides.
—Bueno, pero ¿no es esa la idea? Le respondí a mi hermano mientras caminábamos por la playa mediterránea de Valencia con el sol poniente penetrando tanto el cielo como el agua, infundiéndolos con los mismos tonos azules, rojos y anaranjados profundos. ¡Asombroso!
Con la Pascua, parece natural contemplar las «cosas» más profundas, mirar hacia adentro y tal vez hacer una limpieza interna. Podemos preguntarnos: «¿qué quiero seguir desarrollando a medida que los días se hacen más largos y las flores y los pájaros vuelven a la vida? ¿Y qué es lo que quiero descartar?»
Al menos eso es lo que pensábamos mis hermanos y yo bajo el espectacular cielo de Valencia. Era la primera vez que habían visitado y mientras explorábamos juntos el mar, las montañas y los pueblos, nuestra conversación se volvió filosófica.
—Leí sobre Julia Butterfly, una chica que había vivido en una vieja secoya en California durante dos años para protegerla. Hubo un momento en su protesta en el que se sentía cansada, entonces juntó las manos y pidió fuerzas para perseverar.
—Consiguió lo que quería, —continuó mi hermano—, pero poco después de su oración, los madereros enviaron helicópteros que sobrevolaron su alrededor día y noche durante dos semanas. También comenzó a llover a cántaros, sin parar durante las mismas dos semanas.
—Cuando estaba a punto de desplomarse, en otra oración preguntó enojada por qué la golpeaban en lugar de ayudarla. Cuando pudo recuperarse, llegó la respuesta—, continuó mi hermano—, uno se hace más fuerte superando la adversidad, no tenerlo fácil. Ella había conseguido lo que había pedido. ¡Necesitaba conectarse con su fuerza interior!
En la historia, ella se agachó y encontró esa fuerza interior para seguir adelante. Se volvió aún más dinámica y poderosa; el árbol se salvó.
Pensé en mis alumnos que, como Julia Butterfly, querían desarrollar habilidades. Si simplemente piden hablar inglés con fluidez, no comenzarán a comunicarse mágicamente. Sospecho que lo que realmente sucede es que cuando se escucha la petición, se nos dan las herramientas para lograr lo que queremos. En este ejemplo, un maestro entra en la vida del estudiante y comienza a apoyar y empujar contra las quejas y la pereza hasta que el estudiante encuentre la confianza interior y la disciplina para dominar el inglés o el español.
Al darnos cuenta de cómo funciona pedir y recibir, todos dejamos de hacer las peticiones y simplemente disfrutamos de la puesta de sol.
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