—¡Qué buena pinta! ¡Me encantan los bollos esponjosos! —Exclamé cuando Betty reveló su proyecto de repostería de la tarde. Sin embargo, cuando corrí a la cocina a buscar platos, vislumbré una fugaz mirada perplejadad en su rostro.
Tomé los últimos artículos para la reunión del Club de Lectura Bilingüe: té, copas de vino y mi libro cuando escuché a Mike, que acababa de entrar, exclamar:
—¡Sí, unos scones de verdad! También estaba comentando sobre la contribución de Betty a nuestra reunión.
Sabía yo que era él por su acento inglés. Soy americana; Hablamos el mismo idioma, casi.
La conversación entre Mike y Betty continuó: —¡Y tenemos crema cuajada! No pude comprarla en este país (España), ¡así que aprendí a hacerla!
—¡Eres un ángel descendido directamente del cielo! —suspiró Mike, la felicidad irradiaba de su sonrisa—. Tienes la mermelada, ¿verdad?
Ella hizo un gesto y una sonrisa que decía: —¡¿A qué me tomes?!
Parecía que Betty había preparado algún tipo de comida especial inglesa. Lo cual, para mí, era cuestionable…. ¿Qué tan especial puede ser la crema «cuajada»? Suena como algo que salió mal. Me guardé el pensamiento para mí.
Llevo un par de años viviendo en España y claro, espero aprender cosas nuevas cada día. Sin embargo, ahora me di cuenta de que hay personas con las que comparto lengua y que también viven en España que me están educando igualmente: ¡los ingleses!
Mientras Betty pasaba los «scones» (que parecían bollos americanos…) para que todos los probaran, Mike se puso en modo experto y nos explicó a todos los que no eran inglesas o neozelandesas, (claro a los españoles, estadounidenses, argentinos, holandeses y franceses) exactamente cómo aplicar la nata y la mermelada. Primero se pone la mermelada y luego la nata.
La conferencia también incluyó lo que NO se debe hacer y que la consecuencia de realizar tal acto aparentemente ha iniciado guerras civiles.
—¡Nunca pongas primero la nata y luego la mermelada!— djio él con convicción.
«¿O era al revés?» pensaba yo cuando me llegaron los scones. Estaba sentada al lado de Amparo de Valencia y Susana de Argentina y para estar segura, pensaba observarlas disimuladamente imitando sus acciones: ¿cuál primero? ¡No quería problemas!
Pero, estaban jugueteando con sus servilletas, obviamente esperando a que yo diera el primer paso.
—¡Oye, chicas! —susurré—: ¿Cuál va primero? ¡¿La mermelada o la crema?!
—No lo recuerdo, eres tú quien habla inglés! —me susurró Amparo como si la suya fuera una excusa viable.
—¿Qué sé yo? —le repliqué— ¡pensaba que eran bollos! Afortunadamente, a medida que la tensión aumentaba, una voz se elevó por encima de los acalorados susurros:
—Entonces, Mike, recuérdanos otra vez, —dijo Sara, la holandesa siempre tranquila—, ¿qué se pone primero? ¡No queremos iniciar otra guerra civil!
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