Es un tema delicado, por decirlo de alguna manera. Personalmente, nunca he visto a mi país tan dividido como lo está ahora. Me siento agradecida de estar aquí en España, observando el conflicto desde la distancia. Me siento... más segura. El 5 de noviembre hay elecciones en mi país.
¿Qué está pasando en Estados Unidos ahora? Pues, estamos viendo un enfoque intenso y polarizado en cuestiones como la inmigración, la sanidad, la inflación, la seguridad laboral y la política climática. Y luego está la reciente decisión del Tribunal Supremo sobre el aborto, las teorías de la conspiración y todas las mentiras, mentiras, mentiras que todo el mundo dice que todos cuentan; la desinformación, la supresión de votantes y el drama en las redes sociales, ¡todo sumando a la confusión! De verdad, me siento más segura aquí en España.
Cuando pregunto a mis amigos españoles qué opinan, muchos se ríen y lo despachan con un gesto. Esta reacción me sorprende. ¡Estamos al borde de una guerra civil y mi amigo me pide otra cerveza!
Es como si los españoles fueran nuestro hermano mayor y recordaran su época de adolescencia: mucho drama, pero es solo una fase de maduración. Para mí, es una cuestión de vida o muerte, como un adolescente típico.
“¡Lo superaréis!”, me aseguran.
“Sí, tal vez os parezca exagerado, pero solo espero sobrevivirlo”, respondo con sarcasmo.
Personalmente, tengo mi opinión: no creo en la política. Admito que puede parecer una exageración, ya que necesitamos una organización central, pero esperar que un partido político resuelva todos los conflictos y se adapte sin problemas a los cambios me parece pedir demasiado. No es realista. Gandhi me inspira: “Debes ser el cambio que quieres ver en el mundo.” Me gusta esta frase porque siento que me da poder, en lugar de hacerme víctima de la burocracia.
Observando todo desde España, he tenido una revelación. Quizás los españoles tienen razón, con esa sabiduría de “hermano mayor,” sus encogimientos de hombros y su petición casual de “otra ronda.”
A medida que se acerca el 5 de noviembre, me planteo adoptar su enfoque. En lugar de una buena dosis de ansiedad, tal vez debería vivir el día de las elecciones como ellos: relajarme, tomarme un café con leche y solo esperar que la “adolescencia” de mi país termine pronto. Y si las cosas se ponen realmente feas, me tomaré otro café. O quizá una cerveza.
Al final, creo que me quedo con la sabiduría de Gandhi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo.” Y, si no es por otra cosa, al menos es bueno recordar que siempre puedes ser el cambio... con un vaso en la mano.
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