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Ver NO es creer


—Confía en mí, —casi le supliqué a mi estudiante—, no pronuncies la W en la palabra answer.

Entonces llegó la pregunta del millón:  —¿Por qué hay que escribirla con W si no se pronuncia? —preguntó.

—Confía en mí, —casi le supliqué a mi estudiante—, no pronuncies la W en la palabra answer.   	Entonces llegó la pregunta del millón:  —Entonces, ¿por qué hay que escribirla con W si no se pronuncia? —preguntó.   	Llevo muchos años enseñando y aún no sé cómo responder a esa pregunta. La mayor parte de mi carrera la he pasado enseñando en mi país, donde los estudiantes están inmersos en el inglés. Escuchan la pronunciación correcta a su alrededor, aceptan mi explicación y siguen adelante.   	Sin embargo, desde hace cuatro años enseño inglés en Algemesí y Xàtiva, y en este tiempo he notado algo curioso: los hispanohablantes que aprenden inglés desarrollan un dialecto de pronunciación sorprendentemente uniforme. No entendía por qué… hasta que lo hice. Y lo más curioso es que, cuando los corrijo, a veces noto cierta desconfianza, ¡a pesar de que soy nativa!   	Aquí está mi teoría:  Desde que comenzamos a aprender un idioma -incluso antes de nacer-, asumimos que todos los idiomas funcionan igual. En inglés, por ejemplo, como no es un idioma fonético, los estudiantes estadounidenses hacen exámenes de ortografía todas las semanas: veinte palabras cada viernes. Esto sigue durante años, a veces hasta la universidad. Yo crecí pensando que todos los niños del mundo pasaban por lo mismo. Así que imagina mi sorpresa cuando descubrí que en España no hay exámenes semanales de ortografía.   	¿La razón? En español, lo que ves es lo que dices. Incluso hay tildes para ayudar con la pronunciación. Pero en inglés, aprender una palabra implica aprender su significado, su ortografía y su pronunciación, como tres habilidades separadas.   	Y aquí es donde todo se vuelve interesante. Como la ortografía y la lectura en español son fonéticas, los hispanohablantes aplican la misma lógica al inglés. Ven una palabra escrita y asumen que se pronuncia tal cual. Es completamente lógico… solo que no en inglés.   	Siempre les digo a mis alumnos: "Leer no es tu amigo." Cuando aprenden las palabras solo escuchándolas, su pronunciación es excelente. Pero en cuanto ven la palabra escrita, su pronunciación empeora. Me di cuenta de que los hispanohablantes creen en lo que ven.   	Los estadounidenses, en cambio, nunca confiaríamos en la escritura. ¡Nos han enseñado a no hacerlo! Desde pequeños memorizamos cada nueva palabra, sabiendo que la ortografía suele traicionar la pronunciación. Los españoles, en cambio, no tienen motivos para dudar de sus letras. Su sistema de escritura siempre ha sido fiel al lector.   	Por eso, mi consejo para todos los que quieren aprender inglés es: ¡no crean en lo que ven! Aunque vaya en contra de todo lo que han aprendido, confíen en mí.
En inglés, aprender una palabra implica aprender su significado, su ortografía y su pronunciación, como tres habilidades separadas.

Llevo muchos años enseñando y aún no sé cómo responder a esa pregunta. La mayor parte de mi carrera la he pasado enseñando en mi país, donde los estudiantes están inmersos en el inglés. Escuchan la pronunciación correcta a su alrededor, aceptan mi explicación y siguen adelante.

Sin embargo, desde hace cuatro años enseño inglés en Algemesí y Xàtiva, y en este tiempo he notado algo curioso: los hispanohablantes que aprenden inglés desarrollan un dialecto de pronunciación sorprendentemente uniforme. No entendía por qué… hasta que lo hice. Y lo más curioso es que, cuando los corrijo, a veces noto cierta desconfianza, ¡a pesar de que soy nativa!

Aquí está mi teoría:  Desde que comenzamos a aprender un idioma -incluso antes de nacer-, asumimos que todos los idiomas funcionan igual. En inglés, por ejemplo, como no es un idioma fonético, los estudiantes estadounidenses hacen exámenes de ortografía todas las semanas: veinte palabras cada viernes. Esto sigue durante años, a veces hasta la universidad. Yo crecí pensando que todos los niños del mundo pasaban por lo mismo. Así que imagina mi sorpresa cuando descubrí que en España no hay exámenes semanales de ortografía.

¿La razón? En español, lo que ves es lo que dices. Incluso hay tildes para ayudar con la pronunciación. Pero en inglés, aprender una palabra implica aprender su significado, su ortografía y su pronunciación, como tres habilidades separadas.

Y aquí es donde todo se vuelve interesante. Como la ortografía y la lectura en español son fonéticas, los hispanohablantes aplican la misma lógica al inglés. Ven una palabra escrita y asumen que se pronuncia tal cual. Es completamente lógico… solo que no en inglés.

Siempre les digo a mis alumnos: "Leer no es tu amigo." Cuando aprenden las palabras solo escuchándolas, su pronunciación es excelente. Pero en cuanto ven la palabra escrita, su pronunciación empeora. Me di cuenta de que los hispanohablantes creen en lo que ven.

Los estadounidenses, en cambio, nunca confiaríamos en la escritura. ¡Nos han enseñado a no hacerlo! Desde pequeños memorizamos cada nueva palabra, sabiendo que la ortografía suele traicionar la pronunciación. Los españoles, en cambio, no tienen motivos para dudar de sus letras. Su sistema de escritura siempre ha sido fiel al lector.

Por eso, mi consejo para todos los que quieren aprender inglés es: ¡no crean en lo que ven! Aunque vaya en contra de todo lo que han aprendido, confíen en mí.


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