El AVE se detuvo bruscamente en Joaquín Sorrolla; “Ya casi estoy en casa”, pensé, cansada, pero contenta. ¡A un corto paseo a la Estació Nord y luego, Xàtiva!
Mientras el tren pasaba entre naranjos, montañas y torres de iglesias, recordé mi viaje con los españoles en California. Para ellos había sido un sueño hecho realidad visitar la tierra legendaria, al menos en su mayor parte.
El grupo quedó asombrado por el inmenso contraste entre el punto más alto de la Sierra Nevada cubierto con nieve, y el punto más bajo y caluroso del Valle de la Muerte.
La variedad de personas y estilos también fue una sorpresa. En San Francisco
descubrimos que es legal estar desnudo públicamente. Durante la Feria del Orgullo Gay, un hombre nos pasó con solo una tela transparente. Y pasó una niña con pintura como su “ropa”.
—Me siento mal por ellos, —expresó Sofía—, ¡hace mucho frío aquí!
Recuerdo que había asentido mientras me apretaba más la chaqueta.
Un restaurante pasó junto a la ventana y me devolvió al presente, al menos por un momento. Volví a mis pensamientos, riéndome; pedir en restaurantes había demostrado ser una rica oportunidad para aprender. Recuerdo a Juan mirando el menú, ansioso por probar su primer desayuno americano.
—¿Por qué cuestan tanto dos huevos? —preguntó.
Le expliqué —El menú incluye tostadas, patatas y carne con los huevos.
No me di cuenta de que ése iba a ser el comienzo de una larga curva de aprendizaje sobre cómo pedir el desayuno.
—¿Cómo quieres los huevos? preguntó el servidor con impaciencia.
Juan me miró con miedo.
—Mira, Juan, en USA tienes que elegir entre huevos ‘sunny-side-up’, ‘over-easy’, ‘over-medium’, ‘over-hard’, or ‘scrambled’.
Su horror se intensificó cuando el servidor golpeó la mesa con su bolí, esperando.
Pedí que se fuera por un momento y nos sumergimos en cómo pedir el desayuno. Una vez explicado los huevos, pasamos a las tostadas: ¿integral, blanca, de masa agria, panecito o bagel? Y luego la carne: ¿salchicha, chorizo, tocino o jamón? Finalmente llegamos a las patatas: ¿patatas fritas o patatas caseras?
Cuando el servidor volvió y casi había terminado de tomar el pedido de todos, ¡sentí el brillo de una profesora al presenciar el éxito de mis alumnos! El servidor miró entonces a María, con el bolí preparado:
—Quiero tostadas con pan baguette y aceite de oliva, por favor, como en España.
—Señora, no lo tenemos, —respondió el servidor con impaciencia.
¡Fue el momento en que María, con jet lag y hambre tuvo que aceptar que ya no estaba ni en España ni en la legendaria California!
Comentários